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Dinámica de perfiles y roles

Para entender los perfiles implicados en el ciberbullying se deben tener en cuenta las características de la dinámica en la que están inmersos cada uno de ellos.

Agresores/as

Como sucede en el bullying presencial, el agresor/a no presenta un perfil único ni especialmente perturbado desde el punto de vista psicológico. Al tratarse de una forma indirecta de agresión, el ciberbullying es un medio que favorece la aparición de perfiles de agresores/as indirectos, que buscan cierta seguridad y evitación del riesgo a la hora de realizar sus ataques. Incluso, actúan agresores/as que no lo harían presencialmente y que se encubren en la red para cometer agresiones que no realizarían cara a cara.

En cualquier caso, el agresor/a suele ser un sujeto que no tiene una escala de valores sólidos, en la que se instalan sin demasiada dificultad constantes como el abuso, el dominio, el egoísmo, la exclusión, el maltrato físico, entre otros. Muchos de ellos se han socializado en entornos familiares con modelos de ejercicio de autoridad  desequilibrado, autoritario, inexistente o permisivo.

Sin embargo, también podemos encontrar entre los agresores a sujetos que han aprendido una doble conducta, en la que en determinadas situaciones despliegan un repertorio de habilidades sociales políticamente correctas, que les salvaguarda en las situaciones sociales en las que participan, pero que son capaces de actuar y mostrar su otra cara oculta tras el anonimato virtual. Los entornos virtuales facilitan mecanismos haciendo posible que pueda desplegarse ese doble juego.  Avilés, J.M (2010).

Víctimas

Como en el caso del agresor/a, la víctima no presenta un perfil único. A modo general se puede decir que gran parte de ellas son menores que presentan dificultades para defender sus propios derechos, con pocos amigos, bajo concepto de sí mismos y con dificultades para la interacción social.

Sin duda hay otros perfiles, el alumno seguro y brillante con el que termina metiéndose un agresor/a o un grupo, virtualmente y/o presencialmente; los alumnos/as víctimas resultantes de alianzas y emparejamientos cambiantes dentro de un mismo grupo; el alumno/a irritante para el grupo que termina siendo objeto de sus agresiones; el alumno/a descolocado en el grupo que ocupa cualquier papel que se le deje con tal de ser aceptado, aunque pague el peaje del maltrato o la humillación.

Por otra parte, las formas de interacción virtual han facilitado en algunas víctimas la reacción agresiva a través de estas vías. Algunas de ellas, que no reaccionarían ante los agresores presencialmente, aprovechan la desinhibición y el supuesto anonimato que proporciona la red para canalizar sus respuestas de forma agresiva también.

Espectadores

Como en el bullying presencial, hay diversidad de perfiles entre quienes miran y conocen lo que sucede dentro un grupo, que termina legitimando lo que sucede. Desde los indiferentes, los no implicados, los que festejan a quienes agreden y hasta quienes salen en defensa de la víctima. Por acción u omisión la actitud de estos sujetos, mayoría dentro del grupo, puede hacer que el agresor/a pueda obtener la legitimación del grupo usando su silencio o hacer que pierda estatus grupal si le piden que pare y se ponen del lado de la víctima.

La complejidad y los diferentes grados de proximidad que existen en las redes sociales (amigos de amigos), pueden hacer de los espectadores un elemento de presión muy importante si deciden reaccionar colectivamente contra el ciberbullying.